Nuestra compañera María Font tiene nos habla sobre el contexto que ha rodeado a la profesión de guía oficial estos últimos años:

Todo en la vida vuelve, da un paso atrás, en la moda, política, y en  el tema de los guías si cabe más.

El concepto de Quia empieza como aquel cicerone que se ofrecía en la puerta de los monumentos y catedrales por unas cuantas monedas. Todo cambia y evoluciona y ahora el guía es una persona con unos estudios universitarios, que habla varios idiomas y que está acreditado por las distintas administraciones y monumentos para poder ejercer la profesión de Guía interprete de Turismo y que es remunerado por sus servicios con unas tarifas establecidas.

En los últimos años, hemos visto que hay un paso atrás, y que han surgido esas empresas de pseudoguías y  Free Tours que ofrecen sus visitas “guiadas” por una propina, o dicho mas castizo por la “voluntad”, como hacían esos pioneros de la profesión. Dinero que se metían en el bolsillo sin más. Y aquí llega mi critica como guía interprete de Turismo acreditada y con mas de 25 años de profesión. 25 años cotizando y pagando mis impuestos religiosamente, impuestos que hoy, están sirviendo para poder pagar pensiones y ayudas por el Covid19, al igual que el resto de los contribuyentes.

Cuando todo termine y el turismo se empiece a recuperar, ya nos vamos al 2021… ¿Se acordaran los ayuntamientos, las administraciones y la sociedad en general de los guías oficiales que hemos seguido pagando nuestros impuestos y que durante la crisis lo estamos pasando realmente mal? ¿O se continuará autorizando a esos Free Tours que han estado creciendo al abrigo del boom turístico, menospreciando la profesión de guía y aprovechándose de un vacío legal para establecerse , no facturar y no tributar por lo ganado con la “voluntad”?

Cuando hay una vuelta atrás, es para mejorar. Hay que aprender de los errores y no se puede echar por tierra casi un siglo de dignificación de la profesión de guía, por cierto una profesión que amamos y que nos llena.